Ian Curtis. Condenado a arder.


     Nadie sabe el momento exacto en el que se tensó la cuerda.  Si fue cuando The Idiot de Iggy Pop apenas empezaba o ya iba a la mitad, si Stroszek de Werner Herzog ya había terminado o estaban apenas las tomas iniciales. Nadie lo sabe. Lo que todos sabemos es que  el tendedero  se tensó con la fuerza suficiente para arrancar  la vida de Ian Kevin Curtis y al mismo tiempo convertirlo en leyenda.

He estado esperando por una guía que llegue y me tome de la mano.
¿Podrían estás sensaciones hacerme sentir los placeres de un hombre normal?
Tales  sensaciones apenas me interesan para sentirlas otro día
Tengo el espíritu, pierdo el sentimiento, llévate la conmoción lejos.

Joy División poco a poco era reconocido en UK, estaban a días de iniciar su primer gira por U.S.A.  y a meses de  que su segundo álbum se editara, solo unos pasos más y se convertirían en unas estrella de rock; en un mundo normal eso parece perfecto, el sueño de muchos al alcance de pocos. En el mundo de Ian Curtis todo era diferente.  La perfección y la felicidad habían cedido ante la epilepsia y el amor, el amor lo separaría de todo.

Esto se está haciendo más rápido, agitándose  más rápido ahora, está fuera de control,
en el décimo piso, bajo la escalera de atrás, es tierra de nadie,
las luces destellan, los autos se estrellan, esto se está haciendo frecuente ahora,
Tengo el espíritu, pierdo el sentimiento, tengo que dejarlo salir de una manera.


     Ian Curtis no quería ser rockstar, él quería ser poeta. Las canciones que escribió para Joy División, sus canciones;  son  poemas donde demuestra la obscuridad y el sufrimiento con el que veía todo su entorno y que lo hacían tener la mirada más triste que jamás he visto. Posiblemente a otros esto les hubiera funcionado como una terapia, el poder  expresar y compartir  su dolor ante cientos de personas en cada concierto. Pero a él solo lo fueron hundiendo más y más. Hijo de una sucia y contaminada Manchester, moldeado por David Bowie,  Lou Reed y Kafka; cobijado por Bernard Sumner, Stephen Morris y Peter Hook.  Ian encontró en la música el medio para mostrar su desesperanza y dolor y al mismo tiempo consumirse en él. Si en el Unknow Pleasures nos expone los motivos de este sentir, en Closer (aunque póstumo) nos confirma que no había salvación. Ian Curtis estaba condenado a arder.


¿Qué significa para ti, qué significa para mí? ¿Nos volveremos a encontrar?
Te estoy observando a ti, la estoy observando a ella, no aceptaré ninguna compasión de ustedes  amigos
¿Quién tiene la razón, quién puede decirlo? ¿A quién le importa ahora?


Ian amaba a Deborah. Ian Amaba a Annik. El corazón dividido entre la tradición y la vanguardia. A los 23 años de edad tenía ya el alma desahuciada  y el cuerpo cansado. Los ataques epilépticos que  se incrementaban, así como un síndrome de ansiedad constante   lo convencieron que no importa que tan buenas sean algunas cosas, a veces, simplemente no pueden funcionar,  y una de ellas era su vida. Bebió café, se terminó una botella de whisky,  escuchó a Iggy Pop, vio a Werner Herzog y tensó la cuerda.


Incluso hasta del espíritu, una nueva sensación se apodera y así entenderás…
Tengo el espíritu, pierdo el sentimiento, el sentimiento, el sentimiento.





Comentarios

  1. Muy buena reseña solo puedo decir que era un genio incomprendido y si por ese nos regalo música tan especial

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