Arctic Monkeys: 10 años de la peor pesadilla favorita.
Cuando una banda debuta con un
álbum que impresiona y conquista, no solo al público, sino a la prensa
especializada, estará atenida al surgimiento de un enemigo con el poder de
consolidar o destruir su carrera; de convertirla en una banda símbolo de una
generación o de hacerla solamente recordada por un efímero éxito. Ese enemigo
surgirá recién salga su segundo material: “la maldición del segundo álbum”.
En el 2006 y precedido de un éxito
sin precedentes en las entonces nacientes redes sociales –particularmente en My
Space–, los Arctic Monkeys conquistaron el Reino Unido y gran parte del mundo
con el espectacular Whatever
People Say I Am, That's What I'm Not. Los
exagerados halagos y calificativos con los que la prensa de las islas definía
al disco y a la banda, hacían que cayera una presión enorme sobre cuatro tipos
de Sheffield que apenas superaban los
veinte años de edad. Una de las primeras víctimas de este desmedido hype fue Andy
Nicholson, bajista original de la banda, que ante esta situación prefirió
hacerse a un lado. Dos años tuvieron que pasar
para ver el siguiente material en la carrera de estos británicos. La pregunta llegaba:
¿podrían los Arctic Monkeys superar la maldición del segundo álbum?
El 18 de Abril
del 2007 el mundo –iniciando por Japón– pudo escuchar la respuesta. Con Nick
O'Malley como nuevo bajista y James Ford en la producción, los Arctic Monkeys
entregaron Favourite Worst Nightmare.
Un álbum con 12 canciones distribuidas en poco menos de 38 minutos, que logró
superar la difícil prueba de la segunda placa y consolidó definitivamente a la
banda dentro del Reino Unido y el mundo.
El álbum
empieza con Brianstorm y
muestra desde el principio que, aunque sentencien que no es momento del cambio
(“see you later innovator”), ya nada
volverá a ser igual. La canción inicia como una estampida de elefantes cortesía
de Helders y O´Malley, la nueva base rítmica de la banda. Después
entra la guitarra con un riff hecho para corearlo en vivo. Y por último, llega
la voz de Turner. No se necesita nada más para engancharnos a continuar
descubriendo esta ‘agradable pesadilla’.
Teddy Picker es el vehiculo perfecto para que Alex Turner se ría de
los rockstars de su generación y confirme que su capacidad de sarcasmo y
critica a las situaciones de su entorno, no solo sigue intacta, sino que
incluso ha mejorado. “Creo que sabes que eres su pesadilla favorita”, cantan
juntos Alex y
Matt en D Is For Dangerous. Continúa Balaclava; los celos, el engaño y el
sexo con personas equivocadas son los temas de los que hablan estas canciones.
“¿Quién es el criminal en este crimen?”,
nos pregunta Turner. Vivir la vida a plenitud en tus primeros 20 puede ser una
buena respuesta.
Lo que sigue en el álbum es uno de los puntos altos, no solo
de este plato sino de la discografía de los ‘monos fríos’ en general: Fluorescent Adolescent. La
Mardy Bum de este
disco, es una de esas canciones que te atrapan inmediatamente. De esas
canciones que encierran mil historias. Un himno a los viejos buenos tiempos que
pasan día tras día y que jamás regresarán. “Nada parece ser tan bueno como el
pasado” canta con voz melancólica y resignada un Alex Turner que poco a poco se
consolida como un buen escritor de himnos pop. Con coros y frases memorables, ideales
para cantar mientras bebemos y nos preguntamos ¿a dónde se ha ido todo eso? Cuando
la realidad para muchos, 10 años después, es que lo mejor que han tenido en su
vida, ahora no es más que un recuerdo.
Justo a la
mitad hay un ligero descanso de exactamente 3 minutos y un segundo: Only One Who Knows. Una pieza
prescindible; el punto bajo en esta obra, no solo por romper el constante ritmo que tenía al álbum, sino
por tratarse de una canción no lograda totalmente. Solo si su función era la de
ser un puente entre las dos partes del disco, podría decirse que logró su
cometido.
Después de ese
respiro, Matt “Agile Beast” Helders
nos trae de vuelta a las emociones con su contundente batería. Do Me A Favor, da un ligero aviso al
tipo de sonido al que llegarían en álbumes posteriores. Y This House Is A Circus nos recuerda que apenas estamos en el segundo
opus de los Arctic Monkeys; las reminiscencias a la esencia del primer álbum
destacan, aunque las letras de Turner se tornen ligeramente obscuras.
If You Were There, Beware trae consigo
una crítica a los voraces tabloides británicos: “Un circulo de brujas
perversamente ambiciosas. No servirá ningún intento de hacerlos recobrar la
razón”. Con ella, la postura de la banda ante el amarillismo de la prensa
inglesa está definida.
The Bad Thing podría
perfectamente haber entrado en el primer álbum de los Monkeys, pues ahí está su
sonido original, su ritmo. Bien podría tratarse de la última canción en un
orden cronológico de sus posteriores discos con el ‘sonido original’ de la banda. Ese que los
viejos fans añoran y que al parecer no regresará. Old Yellow Bricks pareciera la manera perfecta de cerrar la
pesadilla, una canción fuerte, donde todos los instrumentos lucen al igual que
la letra.
Sin embargo, el
cierre para un gran disco, debe ser con una gran canción. En este caso, la
mejor: 505. Esta canción, de entrada,
cuenta con la colaboración directa del mejor amigo de la banda, Miles Kane (en
ese entonces líder de The Rascals). Y junta por primera vez en un estudio a lo
que después serían The Last Shadow Puppets (Turner, Ford y Miles). El tema
arranca con un triste órgano y la voz de Alex que lamenta la distancia que lo
separa de un ser amado. Poco a poco los instrumentos se suman a esta pieza en
un in crescendo constante que termina por rematar Miles Kane con un solo de
guitarra. Han pasado 37:50 minutos desde que arrancó esta pesadilla. Ahora ha
llegado el final, aunque no sabemos si queremos despertar.
El álbum,
aunque no perfecto, es la muestra tangible de que las bandas que realmente
tienen talento pueden superar con alta calificación la maldición del segundo
álbum. No importa si el debut fue monstruoso y pareciera insuperable. A base de
trabajo, búsqueda constante de un sonido y evolución de los integrantes –tanto
musical como personalmente– se puede formar una carrera sólida y demostrar que el
éxito no es obra de la casualidad.
Los Arctic
Monkeys, a partir de este punto, hace 10 años ya, lograron hacerse un espacio
definitivo en la siempre reñida escena británica. Poco a poco fueron entrando a
Estados Unidos y actualmente son una de las mejores y más grandes bandas del
mundo.
Como ya sabrás, al principio no me gustaba como sonaban. Debo decir que esa evolución que notas me gusta... me gusta esa ligera obscuridad de la que hablas.
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